“La naturaleza ofrece un gran potencial sin explotar, no solo para reducir los riesgos climáticos y abordar las causas del cambio climático, sino también para mejorar la vida de las personas. Al restaurar y salvaguardar los ecosistemas en la tierra y en el océano, ayudamos a las plantas y los animales a desarrollar resiliencia climática. La naturaleza, a su vez, puede ayudarnos a regular el clima, darnos agua limpia y segura, controlar plagas y enfermedades y polinizar nuestros cultivos. Sin embargo, invertir solo en la naturaleza no será suficiente. Para asegurar un planeta saludable y habitable para todos, debemos transformar nuestra forma de vida de manera fundamental, especialmente elementos clave como nuestra industria y el sector energético, así como la forma en que se planifican y construyen las ciudades y las infraestructuras. Actuar ahora nos da la mejor oportunidad de éxito”.
El cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta. Según nuestro nuevo informe, se requieren acciones urgentes y de gran alcance y cambios fundamentales en todos los aspectos de la vida humana para aumentar la capacidad de las personas y la naturaleza para hacer frente y responder al cambio climático. Una clave del éxito es reconocer el clima, la biodiversidad y la sociedad humana como un sistema acoplado, lo que significa que todos los componentes están interrelacionados. Si cambiamos uno de ellos, afectará a los otros dos también. Con base en este reconocimiento, las respuestas de conservación y cambio climático se planificarían e implementarían de la mano, no solo a nivel local, sino a través de paisajes, en ciudades y áreas rurales, a través de sectores, fronteras estatales y nacionales. Todas las acciones y decisiones se basarían en el objetivo general de obtener los mejores resultados para el clima.
Al planificar esas acciones, debemos tener en cuenta que solo los ecosistemas diversos y saludables pueden proporcionar los servicios que son esenciales para reducir los riesgos del cambio climático. Por lo tanto, proteger y restaurar los ecosistemas terrestres y marinos es un elemento clave para el éxito. Diversas pruebas científicas indican que la capacidad para prestar estos servicios depende de que entre el 30 y el 50 % de la superficie terrestre (tierra, agua dulce y océanos) se conserve de forma eficaz y que los recursos naturales se gestionen de forma sostenible.
Cada vez hay más pruebas que demuestran que los riesgos climáticos para las personas pueden reducirse fortaleciendo la naturaleza, lo que significa que invertimos en proteger la naturaleza y reconstruir los ecosistemas para beneficiar tanto a las personas como a la biodiversidad. El riesgo de inundación a lo largo de los ríos, por ejemplo, se puede reducir restaurando los humedales y otros hábitats naturales en las llanuras aluviales, restaurando los cursos naturales de los ríos y utilizando árboles para crear sombra. Las ciudades pueden refrescarse con parques y estanques, y reverdeciendo las calles y los techos y paredes de los edificios. Los agricultores pueden aumentar la resiliencia climática de sus empresas diversificando sus cultivos y ganado, plantando árboles y arbustos en los campos para dar sombra y abono orgánico (agricultura agroecológica), mejorando la salud del suelo (más materia orgánica del suelo) y combinando cultivos, ganado y elementos naturales como árboles y arbustos.
Las acciones y soluciones que salvaguardan la naturaleza son relativamente económicas en muchas partes del mundo porque no dependen de maquinaria compleja o del desarrollo de una infraestructura extensa. Sin embargo, para obtener beneficios potenciales y evitar daños, es esencial que estas soluciones se implementen en los lugares correctos y con los enfoques correctos para esa área, guiadas por el conocimiento local e indígena, la comprensión científica y la experiencia práctica. El conocimiento es la clave.
Pero confiar solo en la naturaleza no será suficiente. Un aumento general de la resiliencia climática requiere dos conjuntos combinados de acciones: primero, una amplia gama de acciones que reduzcan drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero inducidas por el hombre; en segundo lugar, una gama igualmente amplia de acciones que transforman la forma en que vivimos nuestras vidas y coloca a la sociedad humana en el camino del desarrollo sostenible. Esto último es fundamental para permitir la acción climática porque, sin el conocimiento y los ingresos suficientes, así como el apoyo gubernamental y una oportunidad justa de participación en los procesos de toma de decisiones, muchas comunidades humanas no podrán contribuir a la reducción de emisiones ni adaptarse al cambio. Eso es especialmente cierto para los más pobres, para quienes la lucha por alimentar a la familia puede ocupar todo su tiempo y recursos.
Esa es la razón por la que el desarrollo sostenible en un contexto climático incluye, por ejemplo, la generación de energía limpia, las economías circulares, las dietas saludables a partir de la agricultura sostenible, la planificación urbana y el transporte adecuados, la cobertura universal de salud y la protección social, la formación y la educación, así como el acceso al agua y la energía. para que todos ayuden a reducir la pobreza.
Los riesgos que plantea el cambio climático varían según la ubicación, el tiempo y entre las diferentes poblaciones. Eso significa que cada comunidad y cada nación tiene su propio punto de partida para la adaptación climática y el desarrollo sostenible. Pero, cualquiera que sea el camino que se siga, el Desarrollo Resiliente al Clima solo será posible con cambios fundamentales en cinco áreas principales: 1) en los sistemas energéticos de nuestro mundo; 2) en la forma en que usamos, gestionamos y salvaguardamos la tierra y el agua dulce, los océanos y sus respectivos ecosistemas; 3) en la forma en que se planifican, construyen, organizan y gobiernan las ciudades y la infraestructura; 4) en el funcionamiento de nuestras economías e industrias y 5) en el funcionamiento de nuestras sociedades a nivel local, nacional e internacional.
Cuanto antes se implementen estos cambios, con énfasis en la equidad y la justicia, más opciones y soluciones para el desarrollo resiliente al clima estarán disponibles. No tenemos tiempo que perder. Como también ha demostrado nuestro informe, no cumplir los objetivos del Acuerdo de París limitará nuestras opciones para un futuro sostenible y resiliente al clima, porque un mundo más cálido trae mayores riesgos de impacto climático a los que las personas y los lugares tendrán que adaptarse. Ahora sabemos que asegurar un futuro saludable y resiliente al clima para todos
es difícil, si no imposible, de lograr en muchas regiones, con un calentamiento global superior a 2°C a mediano y largo plazo.
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